La separación amorosa es un exilio repleto de huellas y de símbolos: rostros y espacios de la ausencia, a los que recorren los locos rumores y humores de un lenguaje doliente. Mas en el espacio de la separación amorosa hay también – pese a todo – un fondo para el canto. Héctor Manjarrez busca en la poesía el ejercicio de su libertad y las explicaciones que nos hacen falta. Los que se han separado – no menos que los que acaban de enamorarse, saben que algo les ha sido revelado.
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